In the Mood for Love es, sin lugar a dudas, el film más representativo de Wong Kar-wai, el que le ha dado fama y reconocimiento mundial, y el que supone un punto de inflexión en su quehacer, ya que es resumen y paradigma del conjunto de sus films anteriores y, nos atreveríamos a decir, posteriores.
Esta película es un claro ejemplo de la forma de trabajar de Wong Kar-wai:
Ausencia de guión. Las tramas se construyen a medida que el rodaje avanza, mediante la implicación de sus actores fetiche, Tony Leung y Maggie Cheung, quienes, interiorizada la esencia de sus personajes, condicionan el avance de la historia (rodada con radicalidad cronológica) y sus propias características personales.
Eliminación, en la fase de montaje, de los aspectos más obvios de la trama. Mediante este mecanismo, los espacios fuera de campo, las ausencias, los elementos sugerentes y la quiebra de las relaciones causa-consecuencia se constituyen en elementos determinantes. Esto, que resulta poco comprensible desde el punto de vista de los costes de producción (¿por qué rodar escenas que serán suprimidas al montar?), permite comprender que el rodaje de In the Mood for Love se prolongara durante quince meses.
Un grupo de colaboradores fijo en todos sus films, consiguiendo, así, una unidad estilística y de criterios poco habitual en el cine contemporáneo. Hay que hacer mención muy especial del director artístico y responsable del montaje, William Chang; del director de fotografía, Christopher Doyle, y de la entidad productora Jet Tone, omnipresente en la filmografía de este autor. Ni que decir tiene que muchos de estos nombres, hoy plenamente reconocidos a nivel internacional, aparecieron vinculados a la obra de Wong Kar-wai cuando apenas eran una promesa.
Valgan, pues, estas pinceladas para poder asumir algunos puntos de partida que arrojan luz sobre una obra singular, cuya ubicación en el contexto socio-político-económico trazaremos sucintamente en esta guía.