Pocas películas de la década de los 90 han causado tanta expectación entre la crítica y el público como Pulp Fiction. Desde que, en 1992, Quentin Tarantino realizara su opera prima, Reservoir Dogs, la figura del director americano fue agrandándose como paradigma de un tipo de cine moderno que, tomando el cine de género como referente, ofrecía una nueva lectura de los mecanismos narrativos hasta fundir en la pantalla todas las influencias que su generación había recibido por vía televisiva.
Más de siete años después de su estreno, Pulp Fiction sigue siendo una película «de culto» para el público. La «tarantinomanía» invadió los corazones de medio mundo a partir de un filme complejo y brillante en el que todos sus personajes y todas sus historias transitan, sin que el espectador se dé cuenta, dando vueltas a un círculo temporal que se abre y se cierra en uno de los símbolos del «way of life» norteamericano: la mesa de una cafetería.